lunes, 12 de marzo de 2018

TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA


La transferencia y contratransferencia son dos términos fundamentales del psicoanálisis. Fungen como pilares para la práctica clínica, ya que son una parte fundamental de la relación analítica. Además, si bien son dos conceptos diferentes, al mismo tiempo transferencia y contratransferencia son claramente inseparables.
El encuentro analítico da paso a una interrelación paciente-analista, en un espacio donde se permite que el inconsciente circule lo más libremente posible. Inicia en esa interrelación la dinámica entre la transferencia y contratransferencia, por parte del paciente y del analista respectivamente.




¿Qué es la transferencia?

El término transferencia no es exclusivo del psicoanálisis, sino que es utilizado también en otros campos. Ahora, lo que sí parece existir es un denominador común: alude a la idea de desplazamiento o sustitución de un lugar por otro. Así, por ejemplo, puede observarse en las relaciones de médico-paciente o alumno-maestro.
En el caso del psicoanálisis, se comprende como la recreación de las fantasías infantiles en donde su destino es la persona del analista. La trasferencia constituye la superposición de algo anterior sobre algo actual, convirtiéndose así en un ámbito privilegiado para avanzar en la dirección de la cura.

¿Qué es la contratransferencia?

El término contratransferencia es introducido por Freud en “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” de 1910. Se describe como respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente, como resultado de la influencia de éste sobre los sentimientos inconscientes del analista.
El analista ha de estar atento a estos fenómenos que pudiesen ocurrirle por una sencilla razón: Podrían convertirse en un obstáculo para la cura. Aunque también existen autores que plantean que todo aquello sentido en contratransferencia, que se sepa que no tiene nada que ver con el analista, pueden ser devuelto o señalado al paciente.
Puede que los sentimientos que suscite el paciente en el analista, al serle devueltos, generen una toma de conciencia de los mismos o de mayor entendimiento de lo que está sucediendo en la relación terapéutica. Algo que quizás no había sido compartido con palabras hasta ese momento. Por ejemplo, revivir una escena infantil y que el analista comience a sentir tristeza; sin embargo, el paciente lo interpreta y vive como rabia. El analista puede devolverle aquello que está sintiendo para que el paciente establezca contacto con la emoción real que viene enmascarada con la rabia.

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