Definición
Entre las definiciones más conocidas de entrevista están la de Sullivan
(1954) y la de Pope ( 1979) en las cuales se recogen los siguientes aspectos:
una conversación y/o relación interpersonal entre dos o más personas, con unos
objetivos determinados, en la que alguien solicita ayuda y otro la ofrece, lo
que configura una diferencia explícita de roles en los intervinientes. Estos
roles marcan una relación asimétrica, puesto que uno es el experto, el profesional,
y otro es el que necesita de su ayuda.
Características
La entrevista se caracteriza por ser una técnica previa al diagnóstico e incluso previa a cualquier modalidad de
intervención, imprescindible en el proceso de evaluación por la cantidad de
información y conocimiento personal que aporta del sujeto en un breve espacio
de tiempo.
La entrevista se desarrolla a través de una conversación con una finalidad, ya que se centra en la demanda del
sujeto, en la explicación de su problema. La información que aporta el sujeto
lleva su sello personal, y plantea desde su punto de vista cuál es la
elaboración personal de los acontecimientos por los que consulta.
Es una técnica que recoge abiertamente la petición de ayuda del entrevistado, porque especialmente en la primera
entrevista, el entrevistado se encuentra en una situación de conflicto, estrés,
confusión y sufrimiento que le lleva a consultar. En la entrevista, no se
buscan sólo datos precisos y contrastados de los problemas, sino información
acerca de cómo percibe el propio sujeto el malestar por el que consulta
(Borrell, 1989).
TIPOS
DE ENTREVISTA
La entrevista no es
una técnica unívoca que pueda ser aprendida y aplicada independientemente del
nivel de estructuración, de los objetivos que se persiguen, del contexto en el
que se realiza, etc. Existen diferentes tipo de entrevista en función de las
variables que la configuran, siendo las modalidades de entrevista más
vinculadas al proceso de evaluación psicológica las siguientes (Álvarez,
1984; Berntein, y Nietzel, 1982; Borrell, 1989; Kvale, 1996; García Marcos,
1983a; Martorell y González, 1997; Silva, 1998; Upcraft y Schuh, 1996):
POR EL
GRADO DE ESTRUCTURACIÓN
Estructurada: El entrevistador se ajusta a un guión
establecido y generalmente estandarizado a la hora de formular las preguntas. Dentro
de las entrevistas estructuradas existen tres modalidades importantes:
- La entrevista mecanizada, en la que el
paciente se sitúa ante un ordenador o similar para responder a las preguntas
que le formulan. En la última década este tipo de entrevista ha tenido un
amplio desarrollo.
- Entrevista autoadministrada: es como un
autoinforme, y en ella el propio sujeto contesta por sí mimo a un texto con
preguntas cerradas y en una secuencia determinada.
- Cuestionario guiado por el entrevistador: el paciente va
respondiendo al interrogatorio del examinador, o bien contesta por sí mismo, pudiendo
preguntar sus dudas al examinador que lo acompaña.
Semiestructurada: El entrevistador tiene un guión previo con
cierto grado de libertad para proponer cuestiones ad hoc durante la entrevista,
bien ampliando la información, bien alterando el curso de las preguntas o la formulación
de las mismas.
Libre: El entrevistador permite hablar al
entrevistado en función de sus propias necesidades, formulando preguntas
abiertas, preguntas de amplio espectro, que promuevan hablar desde lo que cada
uno selecciona para contestar y no desde la concreción a una pregunta muy
específica.
referencias:
Aberastury, A.
(1972). "La entrevista inicial con los padres". En A. Aberasturi
(Ed.): Teoría y técnica del psicoanálisis de niños. Buenos
Aires: Paidos.
Acevedo, A. y
López, A.F. (1986). El proceso de la entrevista.
Conceptos y modelos.(4ª ed). México: Limusa.
Aldridge, M. y
Wood, J. (1998). Interviewing children. A guide for
care and forensic practitioners. New York: Jhon Wiley and Sons.
Alemany, C.
(1994). Bridging Differences. Thousand Oaks, CA: Sage
Publications.
Álvarez, V.
(1984). Diagnóstico pedagógico. Sevilla: Alfar.
American Psychological Association (1981). Ethical Principles of
psychologists. American Psychologist, 36, 633-638.
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